Sábado 20 Octubre / 21:30h / Teatro Palacio Erisana. Lucena
Cocierto música escénica.
Intérpretes: Mª Ángeles Ferrer (Soprano) y Juan Francisco de Dios (Tenor).
Figurines y puesta en escena: Antonio Cabot (Pintor y escenografía)
Obras:
-El Cant de la Sibil·la (2006). Drama litúrgico medieval procedente del “Ordo Prophetarum”. Texto de De Civitas Dei, de San Agustín. Obra para voz sola con interludios eletroacústicos, de Mª Ángeles Ferrer (Palma de Mallorca, 1973).
-The Blind -led by the blind- (2007). Sobre textos propios. Obra para voz sola y pista electroacústica, de Francisco M. Martínez Cabeza de Vaca (Córdoba, 1976). Estreno absoluto.
-Jitanjáfora (1978). Sobre textos propios. Obra para voz sola, de Llorenç Barber (Valencia, 1948).
-Oleada (1982). Sobre textos de Las Argonáuticas. Obra para voz sola, de Ramón Barce (Madrid, 1928).
-Instantáneas cotidianas (2007), sobre textos propios. Obra para dos voces solas, de Jorge Elías Variego (Rosario, Argentina, 1975). Estreno absoluto.
“De Alfa a Omega”
Siglo XV: El Cant de la Sibil·la (2006), drama litúrgico conservado parcialmente desde el Ordo Prophe-tarum conservado en Mallorca y Cerdeña. Texto de De Civitas Dei, de San Agustín. Obra para voz sola con interludios electroacústicos de Mª Ángeles Ferrer Forés.
Siglo XX: Jitanjáfora (1978) de Llorenç Barber, voz sola; Oleada (1982), de Ramón Barce, sobre textos de Las Argonáuticas, voz sola; The blind (led by the blind) (2007) de Francisco M.M. Cabeza de Vaca, voz sola y pista electroacústica; Instantáneas Cotidianas (2007) de Jorge Elías Variego, dos voces solas.
He aquí el camino que se inició con Alfa y el Omega y que contando con nuestra plantilla instrumental inusitada, se replantea con obras nuevas y una potencialidad expresiva renovada. Es nuestra aspiración poner en crisis las fronteras y los núcleos establecidos para crear razones y sensaciones ante el arte nuevo y comprender la modernidad contenida en lo antiguo.
Entre estos seis siglos que discurren entre la Sibil·la e Instantáneas Cotidianas, no encontraremos grandes rupturas, sino música basada preferentemente en los aspectos vocales y escénicos. El drama-tismo que la voz sola ofrece al compositor llama muy directamente a la complicidad con el espectador. Esencialmente, un violín es muy semejante a otro, de modo que sus posibilidades expresivas cuentan con un handicap incuestionable a este respecto, pero una voz nunca suena igual a otra. Disposición de armónicos, recursos vocales cantados, hablados, gritos, susurros o implicaciones personales, como la respiración del cantante, que supone una complicidad física que por la simple somatización de los pasos del cantante penetra de manera indeleble en el espectador. En el canto no hay términos medios, no hay lugar para la indiferencia: nos apasiona o nos desilusiona. Es por ello que la voz en estado puro, sin apoyo instrumental, supone en cierto modo un salto mortal sin red, una exposición ante la que pocos intérpretes se arriesgan, pues la comunicación no posee filtros de ningún tipo y la intensidad de cada frase penetra como un cuchillo en la conciencia auditiva de cada espectador. Pero es igualmente peligroso asumir el reto de amalgamar la música desnuda con un escenario que vive al filo de la navaja, con aspiración de unidad de expresiones y subrayando la poética inherente al espacio sonoro. Nada más contemporáneo a la audición musical que la intensidad expresiva llevada hasta el último extremo. Nuestra propuesta es ambiciosa y consecuente con la música viva, la voz sola se enfrenta ante el drama de la audición y del teatro vocal.
¿Qué tiene de contemporáneo El Cant de la Sibil·la? Desde unos inicios inmemoriales, el ser humano ha recurrido a la voz como vehículo de expresión natural y la Sibila nos llama, desde los confines, a la reflexión sobre nuestra idea de existencia más allá de los simples conceptos religiosos que coartan su escucha. La voz como mensajera de la conciencia nos conduce a un torbellino de sensaciones que sólo el arte vivo nos causa desde el momento en el que nos habla desde nuestra vivencia particular y nos advierte de nuestra proyección futura. Nos obliga a tomar las riendas y reflexionar sobre el camino que todos hemos recorrido y el que nos queda por transitar. Nuestra propuesta implica la inclusión de los interludios electroacústicos libres a cargo de la compositora y cantante Mª Ángeles Ferrer, realizados en el LIEM-CDMC del Ministerio de Cultura y estrenados en 2006 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Ramón Barce con su Oleada volvió a visitar ese concepto del viaje interior, el viaje vital que no necesa-riamente busca respuestas, pues las preguntas son tantas que inevitablemente surgen al paso de nuestro camino. El moderno argonauta, embarcado en una vida encontrada, busca recursos y asideros que la música le muestra de manera evidente. Pero cualquier música no es su propia música, sino la música que respira, grita, canta y habla. No es la música del ser mítico que canta una Sibila, sino la música vital del espectador inquieto que en cuestión de segundos puede reír y llorar, admirar y asustarse por una sonoridad que fluye dentro de cada uno de nosotros y que nos llama por nuestro nombre.
El concierto ha ido creciendo con el paso del tiempo y va ampliando su repertorio y su espectro sonoro. Así en el concierto de esta noche tendremos ocasión de escuchar un reestreno y dos estrenos absolutos. Nos reencontraremos con Jitanjáfora de Llorenç Barber, obra de fuertes raíces flamencas que bebe de la fuente dramática inherente al pueblo gitano y que con motivo de un terrible accidente motivó en 1978 esta creación de estética minimal con acento español.
Entre los estrenos, verán la luz dos obras de dos compositores jóvenes y arriesgados que han asumido el reto de las voces solas con un despliegue de belleza, sensibilidad y música con mayúsculas, sin recursos estereotipados y con la verdad creadora por delante. Para una voz sola la obra The Blind (led by the blind) Francisco M. Martínez Cabeza de Vaca nos introduce en un mundo oscuro, rugoso y dinámico donde el estudio de los recursos vocales llega a tocar los mismos extremos del instrumento en un alarde de tensión emocional y musical extraordinarios, devolviéndonos a la frontera.
Y el cierre del concierto nos reserva una vuelta de tuerca más al universo de la voz en solitario. El compositor argentino Jorge Variego nos propone sus Instantáneas Cotidianas, para dos voces solas en una suerte de eco sobre la difícil naturalidad de los grandes hechos vitales tejidos a golpes de humani-dad. Su estudio melódico, tímbrico y rítmico crea espacios nuevos, complicidades sonrientes y un estado de permanente sorpresa ante el desarrollo de sus materiales sonoros.
Se cierra así un paseo desde los sonidos de la naturaleza mediterránea a la difícil naturalidad de los sentimientos humanos, pasando por el Hades, el fuego y la trascendencia de ver más allá de lo que se ve a simple vista.
Una propuesta nueva para un nuevo modelo de concierto
Cuando Bach se planteaba sus creaciones, el entorno para el que iban dirigidas condicionaba sobrema-nera su pensamiento sonoro. Mozart, en sus conciertos por subscripción, inauguró un tipo de recital masivo donde el salón de una casa nobiliaria necesariamente debía asumir las nuevas dimensiones del público. Los teatros en el siglo XVIII fueron creciendo conforme la demanda popular exigía unos tipos de foros diferentes y muy lejos ya de las ideas primigenias de la camerata Bardi. Beethoven y, más tarde, Berlioz asumieron un nuevo concepto sonoro de mayores dimensiones, mientras que Bruckner y Mahler rompieron más aún la cámara burguesa para trasladar su ruptura estética hacia salas de grandes dimensiones capaces de albergar todas las emociones de intérpretes y público. La música electroacústi-ca volvió a poner en crisis el concepto de concierto ante grandes altavoces que rodeaban al espectador y le sumergían en un mundo sugerente de sonidos electrónicos.
No es nuestra intención marcar un nuevo principio, más bien pretendemos recuperar un cierto gusto por el espacio sonoro de pequeñas dimensiones en el que los oyentes contemporáneos sientan más de cerca el arte vivo. Para ello hemos creído firmemente en la unión de dos artes tan estrechamente unidas a lo largo de la historia como la Música y la Pintura. La esencia de nuestra apuesta no es otra que la de dotar de escenario real y pictórico a obras musicales para voz sola cuyo impacto emocional y estético supongan una llamada de atención directa a nuestra condición humana y espiritual, el alfa y omega de la música vocal pura. Lejos de nuestra intención está la puesta en marcha de pequeñas óperas de cámara. La propuesta no es otra que dotar de escenarios abstractos a las obras musicales, sin pretender por ello contar ninguna historia paralela, ninguna propuesta escénica, ninguna invención argumental. El respeto más absoluto ante la obra es la consigna primordial que hemos tenido a la hora de poner en marcha este concierto.
Sobre los figurines y la estructura pictórica del pintor Antonio Cabot, las voces de Mª Ángeles Ferrer y de Juan Francisco de Dios, muestran las cercanías y lejanías de dos obras para voz sola sobre las que varios siglos de historia han marcado sus muescas y que, sin embargo, pueden resultar tan sumamente cercanas musicalmente. Alimentando un fructífero camino de revisión de obras del pasado lejano con las vivencias de nuestro tiempo, revisitar El Cant de la Sibil·la junto a Oleada nos permite observar como ambas muestran caminos muy cercanos que llegan a calar mutuamente en un producto realmente singular y digno de escucha, sendas seguidas de cerca por las obras de compositores jóvenes que se abren a nuestros ojos y nos piden que les escuchemos. De los vestigios de un drama litúrgico de belleza pura y ajena a las fórmulas musicales de estilos posteriores, el canto de la sibila nos conduce a un nuevo concepto musical en el que la continuidad canora ofrecerá no pocas sorpresas al oyente. Por su parte, la propuesta que Ramón Barce realizó a principios de los años 80 con Oleada, nos devuelve a un tipo de creación cargada de electricidad y con sabor a gran música. Barber nos guiará por un mundo de sombría luz y Francisco M. Martínez por una luz en sombras, mientras Jorge Variego nos trasladará a la belleza de la cotidianidad con dos voces solas.
Notas
La voz sola, en estado puro, una exposición de música y pintura desnuda. Comunicación sin filtros, in-tensidad inaudita que en cada frase penetra en la conciencia auditiva llevándonos a la misma frontera de la lógica.
Cinco obras nos acompañarán en nuestro viaje por la Dialéctica de la Frontera: El Cant de la Sibil·la (siglo XV-2006), The Blind (led by the blind) (2007) de Francisco M.M. Cabeza de Vaca, Jitanjáfora (1978) de Llorenç Barber, Oleada(1982) de Ramón Barce e Instantáneas Cotidianas (2007) de Jorge Elias Variego.
La Sibila nos llama, desde los confines de la frontera, como voz mensajera de la conciencia, arrastrán-donos a un torbellino desde el que reflexionar sobre el camino recorrido y el que nos queda por transi-tar. Quinientos años después, Barce regresa con Oleada, al viaje interior de difícil respuesta. El moderno argonauta, embarcado en una vida encontrada, busca recursos y asideros por medio de una música que respira, grita, canta y habla. Barber nos conecta con la poética lorquiana mientras que Cabeza de Vaca y Variego nos trasladan a los universos opuestos de la no visión y de la simbiosis de la cotidianidad.
Esta propuesta estética, inédita e insólita, se dota de un escenario pictórico que potencia, arropa y con-centra el imaginario visual y auditivo, llevándonos inevitablemente a un espacio de fronterizo entre el arte y la vida.