Nació en el seno de una familia japonesa de cocineros de sushi, en la que la vajilla tenía una importancia capital; de ahí, su primer acercamiento a la cerámica, siempre de una manera utilitaria.
El primer viaje a España cambió completamente su percepción de la cerámica. Un paseo al azar por Sevilla llevó sus pasos hasta la Plaza de Espña, donde descubrió la faceta contructiva de la cerámica.
Más adelante, una escultura de Antonio López le abrió la mente hacía lo figurativo, que es la senda que tomó y por la que aún transita, siempre con el barro como elemento material y con la filosofía budista (en la que creció) como el elemento espiritual.
Yukiko Kitahara cursó estudios en las Escuelas de Cerámica Tradicional de Aichi, Japón.
Ya en su tierra natal recibió varios premios en diferentes certámenes de cerámica.
A su llegada a España estudió en la Escuela de Artes y Oficio de Motril, Granada, y la obtención de la Beca de Escultura Cerámica Alonso Ariza, le permitió seguir trabajando la cerámica de una forma figurativa.
Entre los años 2001 y 2002 participó en la restauración de la Plaza de España, Sevilla.
Actualmente se dedica a la realización de escultura cerámica en su taller de la Alpujarra, Granada.